domingo, 25 de agosto de 2019



El Tagoro

[119] El Tagoro (topónimo en uso).


Nombre de lugar que abarca un amplio espacio de terreno localizado dentro del antiguo municipio de El Rosario (X: 372500 / Y: 3146549 / X: 270).

Reportamos de la tradición oral una única versión: El Tagoro. La ubicación de una explotación agrícola en este mismo lugar en el siglo pasado permitió que esta referida área se conociera además bajo la denominación La Finca del Tagoro.


Desde el punto de vista geomorfológico se trata, a grandes rasgos, de un amplio espacio de territorio que se extiende hacia el margen meridional de una notable depresión denominada, de acuerdo a ciertos tramos, Barranco de Marrero o Barranco del Muerto, frente al cono volcánico denominado popularmente La Montaña de Taco. Al poniente de este espacio circundaba la principal vía aterial de comunicación: El Camino de Candelaria, también denominado El Camino de Guadamojete, que dividía el antiguo Llano de los Eres, El Tagoro propiamente dicho, la elevación designada popularmente como Tíncer y el contexto de la ermita de El Rosarito.


Contabilizamos numerosos testimonios escritos que dan cuenta de la vigencia de este topónimo en las centurias pasadas. Para el pasado siglo veinte contamos, al menos, con los siguientes asientos: Tahoro, al norte: Barranco Marrero y sur Barranco de Frías (AM-1942) y varias entradas bajo la designación El Tagoro (AM-1942 y AM 1952).


A principios de la referida centuria pasada el eminente investigador don Juan Bethencourt Alfonso consignó esta mencionada denominación, El Tagoro, mediante estas citas:



«Tagoro de Taco, entre esta montaña y la de Ofra» (Cfr. JBA 1994:112)

«Tagoro de..., más tarde del Espárrago, en el Sobradillo»

«Tagoro de..., hoy de Marrero»

Tagoro del Espárrago. Juan Bethencourt Alfonso: Historia del Pueblo Guanche. Manuscrito original de la ULL





Tagoro de Marrero. Juan Bethencourt Alfonso: Historia del Pueblo Guanche. Manuscrito original de la ULL




Posiblemente el investigador chasnero anotó, por lapsus o error, estas dos mencionadas denominaciones en su particular listado, El Tagoro del Espárrago y El Tagoro de Marreros, para dos puntos diferentes que, en efecto, sólo obedecen al punto enunciado de El Tagoro.



En lo que respecta a las centurias que comprenden la Edad Moderna contamos con varios testimonios asociados que prueban la existencia de esta dos referidas composiciones arriba anunciadas: El Tagoro del Espárrago y El Tagoro de Marrero. A pesar que en la actualidad sólo nos ha llegado la versión simple, El Tagoro, detrás de estas combinaciones quizá se halle, como para otros casos afines, la urgencia de discriminarlos frente a otras denominaciones homónimas, dado el carácter genérico de este término y su distribución por el resto de la geografía insular. De esta manera todo parece presuponer que se adjuntó el calificativo de El Espárrago a causa de un macrotopónimo que antaño se extendió en el contexto de esta área (hoy lleva este nombre un punto cercano a poniente) y, para el caso de Marrero, como consecuencia de la alusión de un apellido que da nombre a un tramo de la depresión próxima a El Tagoro.



Durante la centuria del seiscientos apareceran variadas referencias relacionadas con estas designaciones de El Tagoro del Espárrago o El Tagoro de Marrero, tomando especial relevancia en el largo litigio que enfrentó a don Juan Gaspar Guanche y su mujer Ana de Medina, lo mismo que a su amplia descendencia en la comarca, herederos que fueron de Gaspar González Guanche, todos ellos oriundos y moradores en el pago de El Rosario y Llano del Moro, con una religiosa del monasterio de Santa Clara, llamada Magdalena de San Pedro Jaén, por la pugna de la titularidad en propiedad de las tierras así denominadas.



En el año de 1685 la composición El Tagoro del Espárrago ya aparece reflejada de igual modo en un acuerdo por el cual parte de las mismas recaen en la persona de Blas Bello, que colinda con las tierras de El Tagoro de Gaspar González Guanche, aquí denominado Gaspar González Lanero (término este último, El Lanero, que aún pervive como topónimo en la zona de El Sobradillo):


«(...) en el pago de Heneto avajo del Tagoro del Espárrago (...)» (EMV-1685)



En el año de 1663 dichas parcelas de El Tagoro del Espárrago aparecerán bajo la denominación Tagor Marreros. Estas serán trabajadas por el labrador y criador de cabras don Lucas Martín,
oriundo asimismo del pago de Llano del Moro, suegro que fue del susodicho don Gaspar González Guanche y cuñado a su vez de Juan Gaspar Guanche, de acuerdo al convenio arreglado entre este y don Juan de la Guerra en el año de 1663:


«(...) unas tierras que yo tengo de pan sembrar en el término de Heneto donde dissen Tagor Marreros (...)» (JA-1663)


En el desarrollo de la disputa por la posesión de las tierras de El Tagoro del Espárrago, entre Juan Gaspar Guanche y Ana de Medina con la monja Magdalena de San Pedro y sus herederos aparecerá en repetidas ocasiones, como ya hemos adelantado, el reiterado nombre de lugar. En el  año de 1704 a raíz de una permuta de las referidas tierras de El Tagoro entre el convento de Santa Clara y los religiosos de San Francisco se eleva escrito para obligar a los primeros y sus herederos a devolver la tierras impuestas a censo según la susodicha religiosa en la mencionada extensión de tierra que nombran:



«
(...) donde dicen el Tagoro del Esparrago, en el pago de Geneto
(...)» (JA-1658)


Esta amplia propiedad colindaba por partes, además, con tierras de los familiares de Juan Gaspar Guanche en aquella centuria. En el expediente del conflicto se incumbe a algunos de estos
labradores y criadores de ganado menor al testificar la antigua titularidad de El Tagoro:



«(...) Pedro Lorenzo que poseyó tres suertes de tierra en el pago de Heneto donde dissen el Tagoro del Esparrago, las cuales gossó y poseyó Gaspar González el Guanche, ya difunto»

Panorámica de las tierras de El Tagoro desde las proximidades de la Montaña de Taco.



De lo que cabe destacar el siguiente fragmento donde se añadió además
la inclusión de una construcción, «la pared del tagorillo», que debió servir para dividir o delimitar el espacio consignado:


«
(...) así mismo la parte que a cada uno nos toca que son tres fanegadas por lo más o menos en la tierra que dissen el Llano de los Heres en el pago de Jeneto que quedaron de Gaspar González Guanche (...) que toda las dichas tierras lindan por arriba el camino de Aguamoxete y por la parte de abajo la pared del tagorillo (...)
»



De lo que podemos indagar que la pugna por las tierras de El Tagoro parece que se dilatará en el tiempo por los herederos también de la religiosa, como así queda reflejado en un escrito del capitán de caballos don Gonzalo Machado de la Guardia, vecino de La Laguna y regidor de la isla de Tenerife, al referirse al patronazgo familiar de diversos bienes entre los que se destaca el denominado Tagoro del Espárrago:«(...) otro tributo de siete fanegadas de trigo me tocan habiéndome dejado después de mis hermanas doña María de Santa Clara y doña Juliana de Santa Catalina (...) cuio tributo me paga Felix Rodríguez vecino d Geneto, Gaspar Almendrita, Sebastián Correa y Juan Álbares umpuesto en unas tierras en Heneto donde llaman el Tagoro del Espárrago».



En lo que atañe específicamente al término del enclave cabe llamar la atención que el contexto más inmediato de El Tagoro fue punto importante de encuentro y reunión del ganado menor en la antigüedad. Posiblemente detrás de estas circunstancias se hallen, entre otros elementos, las amplias posibilidades de acceso a los recursos de agua que albergaba el fondo de la cuenca de el Barranco del Muerto, abasto y sucesión de numerosos depósitos naturales de agua hasta su desembocadura en la Playa del Muerto (ver entradas relacionadas [167] Taco y [177] El Tabaibal de Taco).



En este mismo sentido, hasta bien entrada las décadas centrales del siglo pasado tenemos constancia segura del uso de las tierras de El Tagoro por criadores de ganado menor. Más concretamente de una profunda gruta de esta parcela denominada la Cueva de Silva, en ocasiones asimismo llamada popularmente la Cueva del Tagoro.


Imagen del espacio transformado que ocupa actualmente la antigua Cueva de Silva (imagen Restaurante Cueva Caprichosa)




Se trata, a grandes rasgos, de una amplia gruta natural ubicada en una porción de las tierras de El Tagoro, relativamente próxima a la orilla de la depresión. Tradicionalmente esta gruta, cuyas características más singulares constituían una angosta entrada que daba a un amplio salón interior, a modo de burbuja volcánica, ha sido usada como residencia, cobijo y redil por generaciones de ovejeros procedentes de La Esperanza que, durante el rigor de los tiempos invernales, realizaban la trashumancia con sus ganados hacia la franja de medianías. Con el cometido de aprovechar los pastos, los recursos del agua acumulado en el fondo de la cercana depresión y la mejor benignidad del clima ocupaban el mencionado espacio aproximadamente en el mes de octubre, haciendo coincidir su llegada aproximadamente con la fecha del santoral de El Rosario (confrontar con la ermita adjunta bajo la advocación de El Rosarito) y su salida hacia las tierras de la cumbre aproximadamente en torno al día de la Cruz del mes de mayo. Actualmente ante el cese del potencial de esta actividad y el proceso de urbanización de la zona, la gruta, y también todo su contexto, ha sufrido algunas hondas transformaciones al tener nuevos usos destinados a la restauración bajo la novedosa denominación La Cueva Caprichosa.

En lo que concierne, finalmente, al origen del citado nombre de lugar, nos parece bastante sugerente considerar la posibilidad que El Tagoro, o en cualquiera de sus formas El Tagoro del Espárrago o El Tagoro de Marrero, pudiera haber albergado la posibilidad de haber sido sede y residencia de alguna forma de institución ligada a la gestión y administración del territorio por los guanches. En este sentido nos remitimos a los posibles paralelismos entre la citada voz genérica El Tagoro y términos propios de las actuales hablas bereberes. Tomando en cuenta el valor que subayace del término y sus derivados en la etnohistoria de Tenerife, en tanto que construcción de piedras destinada a abrigo, aprisco o asamblea (goro, tagora, tagoro, tagoror) sugerimos que, en la misma línea que han apuntado algunos especialistas en la materia, se contraste y explore con las siguientes palabras presente en algunas hablas norteafricanas originales:  agrur y tagrurt, términos que, basicamente, remiten, entre otras cuestiones a lo que sigue: cercado de piedras o nicho de piedras, es decir muro de piedras que rodea algo y que sirve para dividirlo o protegerlo;  con aplicación a diversas utilidades: a modo de patio recibidor de una vivienda, pequeña construcción designada para proteger a la gente del mal tiempo, corral para animales domésticos (cabras, ovejas, cochinos, etc.) o pila o nicho de piedras levantadas para celebrar un evento adjunto a un santo.


Acerca de todas las particularidades entre el precitado término de El Tagoro y su posible paralelo bereber agrur y tagrurt nos remitimos, finalmente, a lo desglosado en las entradas relacionadas
[065] El Tagoro (de Jéñica), [044] El Tagoro de la Alegría, [012] El Tagoro (de Arigoña) y El Tagoro (de Niasa) y en la entrada general [100] Topónimos a confrontar.


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